En efecto, no todo el conjunto feminista se opone a la gestación por sustitución. Existe una corriente que sí defiende la legalización de este tratamiento, argumentando que su prohibición es una forma de promover la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Para esta corriente, igualdad equivale a que las mujeres tengan libertad para elegir qué hacer con su cuerpo.
Además, argumentan que quienes consideran que la gestación subrogada es una forma de cosificar cuerpos humanos olvidan que la donación de óvulos y semen están permitidas con compensación económica.
En el caso de la gestación por sustitución, el embarazo supone un esfuerzo para la mujer no exento de riesgos y, por ello, se deben compensar dichas molestias. Asimismo, cerrar las puertas a esta vía por la que ser padres discrimina al colectivo de hombres homosexuales y aquellas parejas con menos recursos que no pueden permitirse iniciar el tratamiento en un país extranjero.