En la época medieval, era común que los más poderosos (o no tan poderosos) tuvieran hijos ilegítimos con amantes además de sus hijos legítimos. Sin embargo, no se puede considerar gestación subrogada porque la esposa nunca se consideraba como la madre de los hijos concebidos fuera del matrimonio. Los hijos ilegítimos no tenían el mismo estatus que los hijos legítimos, lo que no les permitía heredar los bienes y los títulos de su padre, pero solían llegar a ocupar muy buenas posiciones sociales y no sufrían ningún estigma por ser hijos bastardos.
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