Estas parejas que no logran tener un hijo por sus propios medios “alquilan” el útero de otra mujer para lograr su objetivo genético y reproductivo.
Logran tener un hijo que posee su propia genética o parte de ella.
Y evitan recurrir a la adopción de un niño que no posee genética alguna y que ya ha nacido.Históricamente vemos que en ciertas comunidades africanas una mujer infértil puede casarse con una mujer fértil, que concibe un hijo con el marido de la mujer infértil: este niño es considerado hijo de la mujer fértil.Para preservar el linaje, en algunas culturas, es usual la concepción de un niño por el hermano del marido infértil o por la hermana de la mujer infértil.
Muchos son los interrogantes que se nos plantean sobre los motivos por los cuales alguien decide alquilar un cuerpo y otro ofrecerlo en locación.
Según Elizabeth Badinter la gestación por otros (gestation pour autrui) debe ser defendida puesto que el amor maternal no es instinto sino construcción.
En las consideraciones sobre los motivos por los que una mujer alquila su útero encontramos por lo menos 4 razones: la necesidad de hacerse de un dinero, la fascinación por gestar un hijo, un deseo altruista de lograr que otras parejas puedan vivir lo que ya ha sido vivido por ella en anteriores gestaciones, y poseer un instinto materno o sentimental.
Filiación y engendramiento son cosas distintas y en todo caso sinérgicas.
Un niño puede tener dos padres y tres madres: un padre genético (quien contribuye con su esperma) y otro social (quien lo cría); una madre genética (ovocitos), otra gestacional o uterina (quien lo lleva) y una tercera social.
En realidad, las mujeres no son un cúmulo de hormonas que gestan un niño y una vez que nace lo reconocen como tal de manera inmediata.
La relación madre hijo se teje día a día por lo que es bueno preguntarse qué es lo que tanto nos afecta que una mujer pueda llevar el hijo de otra. Cuál puede ser la amenaza para ese niño y por qué se debe apelar a tan enorme coraje para separar a la madre portadora de ese niño.
En efecto, siempre hemos visto a mujeres que gustan de los embarazos pero no tanto de las crianzas. Otras que les resulta fascinante educar y criar a los niños pero que se sienten poco atraídas a tener que pasar nueve meses para concretar el nacimiento de un niño. Y hay otras que tan sólo abortan y pueden desarrollar su vida como antes o aún mejor sin necesidad de verse atadas a la necesidad de tener un hijo en ese momento de sus vidas.
Por ello es factible pensar que una mujer pueda llevar al hijo de otra tan sólo por el deseo de ayudar y en una relación tan sólo fisiológica con el feto que se desarrolla en su útero.
Esto último también permitiría comprender porque una mujer que gesta un niño puede desprenderse del mismo una vez que ha nacido el mismo.
14/08/2016 a las 20:20
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