Entrevistamos a Victoria Camps, reconocida filósofa española y una de las defensoras del movimiento "no somos vasijas" surgido hace pocos meses en contra del proceso de gestación subrogada.
La campaña ha suscitado numeroso revuelo tanto entre los defensores como los retractores de la gestación subrogada. La capacidad de decisión de la mujer y la cosificación de su cuerpo son algunos de los aspectos debatidos.
Declarada feminista y en contra de la gestación subrogada por considerarla una explotación a la mujer, responde a nuestras preguntas sobre este proceso reproductivo.
Un contrato por el que una pareja que no puede tener hijos solicita a una mujer que acceda a quedarse embarazada y gestar el hijo en su lugar.
Nos parece que la contratación en este caso traspasa un límite que debería mantenerse. Una cosa es contratar a una persona para que realice un trabajo determinado y remunerárselo a cambio, y otra hacer lo mismo para “comprar” un embarazo.
Durante nueve meses, esa mujer deja de ser libre para decidir sobre cualquier imponderable que le ocurra en el proceso de gestación. Es dudoso que una mujer deba poner su cuerpo a disposición de los designios de otros aún cuando lo haga de forma totalmente altruista. Cuando, además, hay contrapartida económica, la donación es sospechosa y es difícil entender que no se está manipulando a la mujer.
Es posible si empieza a legalizarse en otros países.
Hay muchas formas de reproducción asistida. Son técnicas positivas y totalmente aceptables en la medida en que permiten combatir la esterilidad y que muchas parejas puedan realizar su deseo de tener hijos biológicos. Hay que plantearse, sin embargo, hasta qué punto es bueno que muchas mujeres aplacen la decisión de ser madres confiando en que la técnica les ayudará si es necesario.
El principal beneficiado de todo el proceso tiene que ser el hijo y hay que pensar más en su bien que en los intereses de los padres.
No creo que debe entenderse como tal. No es una técnica. Es un contrato por el que se subroga la gestación cuando una mujer no puede gestar por sí misma.
La compensación económica en España es excesiva, por lo que hablar de “compensación” es un eufemismo. La donación es inevitable si se quiere sostener la reproducción asistida, pero debería controlarse más desde el punto de vista de la remuneración y desde el punto de vista sanitario con el fin de que el interés de obtener gametos no vaya en detrimento de la calidad de los mismos ni de la salud de las donantes.
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