Estados Unidos fue un país pionero en el sector de la gestación subrogada.
Allí se celebró el primer contrato comercial, por el que una gestante recibió 10 000 dólares a cambio de gestar al bébé de otra persona.
La primera gestación subrogada realizada mediante la técnica de la FIV tuvo lugar en 1985.
El caso conocido como Baby M acabó reconociendo la filiación en favor de los padres de intención, a pesar de ser la gestante la madre biológica del bebé. La custodia de la niña, nacida en 1986, fue concedida a los padres de intención en 1988 por el Tribunal de Familia y se reconoció un derecho de visita a la gestante.
El caso Buzzanca contra Buzzanca también fue emblemático. Ninguno de los padres de intención había aportado los gametos. En 1995, un mes antes de nacer la niña, la pareja se divorció y el padre se negó a respetar sus obligaciones legales. Tras dos años de juicio, el juez sentenció que la paternidad quedaba establecida por la intención manifestada en el contrato.