Pruebas médicas a la gestante antes y durante el embarazo

Por Equipo de Babygest
Actualizado el 16/11/2016

En el proceso de gestación subrogada, la mujer gestante debe superar una evaluación psicológica además de someterse a una serie de pruebas médicas y genéticas para embarazadas. Después de la prueba de embarazo positiva, conviene que siga un riguroso calendario de control médico.

El objetivo es tanto prevenir problemas de salud como evitar problemas fetales y perinatales en el futuro bebé. Son los padres intencionales los que se hacen cargo de todo el coste médico derivado del embarazo.

Antes del embarazo

Es importante conocer las motivaciones por las cuales una mujer se ofrece a gestar el bebé de otras personas. Para seleccionar una gestante se tienen en cuenta factores determinantes sobre su salud:

  • Estilo de vida
  • Historial clínico ginecológico
  • Historial familiar
  • Equilibrio mental y emocional

Una de las condiciones para que la gestación no suponga un riesgo ni para la gestante ni para el futuro bebé es que se encuentre en un óptimo estado de salud en el momento de la transferencia embrionaria.

Para ello normalmente se le realizará un riguroso examen físico y también psicológico para descartar enfermedades graves o problemas asociados que pudieran afectar al embarazo.

En la subrogación gestacional, el tratamiento de fecundación in vitro (FIV) implica no utilizar los óvulos de la gestante, sino de la madre de intención o de una donante de óvulos. Habrá que esperar de 13 a 14 días después de que la gestante haya iniciado el tratamiento a base de progesterona para realizar las primeras pruebas médicas.

No deben realizarse demasiado temprano porque, antes de este plazo, la actividad embrionaria todavía no produce suficiente hormona hCG para que se pueda confirmar el embarazo y podría dar lugar a un falso negativo.

El análisis de hCG en sangre realizado en el laboratorio es más fiable que el test de orina ya que es capaz de detectar concentraciones más pequeñas, desde 10 mUI/ml. La primera ecografía se realiza en general al final del primer trimestre, en la semana 12.

Durante el embarazo

En la primera consulta, una vez se conoce que la transferencia ha sido positiva y por tanto hay embarazo, el ginecólogo controla el peso, el corazón y la tensión arterial. Además, realiza un examen ginecológico así como una ecografía para determinar el aspecto y la frecuencia cardíaca del embrión. Normalmente esto se realiza entre la segunda y la tercera semana post-transferencia.

En esta visita es cuando se suelen dar las pautas a seguir durante el embarazo: alimentación, ejercicio, higiene, relaciones sexuales, etc.

A partir de entonces, el control médico de la gestante sigue un calendario mes a mes de pruebas médicas esenciales para detectar a tiempo cualquier anomalía. La frecuencia habitual de ecografías o ultrasonidos de control es de una por cada trimestre de embarazo, concretamente en las semanas 12, 20 y 36, pero se pueden solicitar ecografías adicionales según las necesidades.

La segunda consulta médica se realiza habitualmente al empezar el segundo trimestre entre las 11 y las 13 semanas de embarazo. Se valora el tamaño del bebé por ecografía, se procede a medir el pliegue nucal y se descartan posibles malformaciones. También es común realizar una analítica de diagnóstico prenatal en sangre.

Entre las 16 y las 17 semanas se realizarán los análisis habituales de cada visita:

  • Estudio de la hinchazón de manos y pies
  • Medición de barriga
  • Control de peso
  • Tensión arterial
  • Latido del bebé
  • Ecografía
  • Palpación del abdomen para determinar la posición y movimiento fetal

En el quinto mes, se mide al bebé y se examinan al detalle sus órganos y extremidades para descartar posibles malformaciones.

En el sexto mes de embarazo se realiza la segunda analítica de rutina, que incluye una prueba de azúcar para descartar la diabetes gestacional.

Pruebas genéticas invasivas y no invasivas

Desde las primeras semanas del embarazo se puede realizar una serie de pruebas genéticas que van a permitir detectar malformaciones y anomalías. Estas pruebas serán invasivas o no invasivas según requieran o no penetrar físicamente en el cuerpo.

La amniocentesis y la biopsia corial (también llamada análisis de vellosidades coriónicas o CVS) permiten diagnosticar anormalidades en los cromosomas y defectos congénitos. Permiten saber, por ejemplo, si el bebé tiene el síndrome de Down.

  • Amniocentesis: consiste en extraer, entre las semanas 16 y 20, una muestra de líquido amniótico para análisis
  • Biopsia corial: consiste en extraer un trozo de corion (la envoltura externa que recubre el embrión). Se practica entre las semanas 10 y 12

En cambio, el triple screening es una combinación de pruebas no invasivas que puede realizarse en el primer trimestre. Se basa en el análisis bioquímico de hormonas presentes en la sangre de la gestante. Permite evaluar el riesgo de malformaciones o determinadas anomalías genéticas entre las cuales encontramos el síndrome de Down. No es un diagnóstico sino que indica un riesgo bajo, moderado o alto.

El test genético prenatal no invasivo se puede practicar desde la décima semana del embarazo. Analiza el ADN del feto presente en la sangre de la gestante.

Pruebas en embarazo gemelar

La FIV aumenta el riesgo de embarazo múltiple cuando, para mejorar las posibilidades de éxito, se transfiere más de un embrión al útero. Aunque muchos padres intencionales no lo ven como un problema, a nivel médico los embarazos gemelares pueden conllevar una serie de complicaciones

Tanto la amniocentesis como la biopsia corial son pruebas invasivas que se hacen más delicadas cuando la gestante espera más de un niño. Habrá que extraer las muestras de cada bebé sin confundirlas. En caso de trillizos o más bebés, no se consigue siempre.

Además, el riesgo vinculado a estas pruebas aumenta en caso de embarazo múltiple. La tasa de aborto espontáneo se multiplica por cinco tras una amniocentesis y por cuatro tras una biopsia corial.

Gracias al procedimiento del diagnóstico genético preimplantacional (DGP), es posible extraer una o varias células de los embriones para analizar su material genético. Se pueden así descartar los que presenten alteraciones cromosómicas y aumentar las posibilidades de transferir un embrión adecuado. Por esta razón se aconseja cada vez más la transferencia de un solo embrión para evitar el embarazo gemelar sin reducir las posibilidades de éxito.

Al final del embarazo

Si hasta aquí todo está correcto y el embarazo se está llevando adecuadamente, la siguiente visita se realizará entre las semanas 35 y 38 de embarazo. Aquí se realiza un cultivo vaginal y rectal para descartar la presencia de estreptococo agalactiae, que puede producir una infección en el bebé. En caso de dar positivo, se recetará un antibiótico a la gestante.

Si la placenta está baja, se realiza una ecografía para comprobar que no existe obstrucción del cuello del útero. Se valora de nuevo la posición del bebé.

El parto suele producirse a las 40 semanas de gestación; no obstante, hay embarazos que se alargan. En estos casos, en la semana 40 y 41 de embarazo se estudia el latido cardíaco del bebé y las contracciones de útero. A veces se realiza un control de los movimientos y del tono muscular del bebé, así como de la cantidad de líquido amniótico. En la semana 42 se induce el parto en caso de que no se haya desencadenado solo.

Durante el tercer trimestre, el peso del feto ya supone una carga más importante. El cuerpo cambia y el centro de gravedad se modifica. Sin embargo, la gestante podrá mantener una actividad física mínima hasta el último mes.

Realizar ejercicios de control postural y ejercicios de respiración le permitirá preparar el cuerpo para el parto y la recuperación posparto. Caminar a diario ayudará a la gestante a sentirse mejor, así como practicar actividades especialmente adaptadas como ejercicios de yoga para embarazadas.

Preguntas de los usuarios

¿Puede ser gestante una mujer con VIH?

Por Andrea Rodrigo (embrióloga).

En el proceso de gestación subrogada se descartará una mujer con VIH por no presentar condiciones de salud óptimas. Una mujer seropositiva puede transmitir el VIH a su bebé en cualquier momento del embarazo, con mayor riesgo durante el parto.

Si una mujer decide quedarse embarazada a pesar de tener VIH, recibirá medicamentos durante el parto para reducir el riesgo de transmisión maternoinfantil y se preferirá un parto por cesárea.

¿Qué pruebas psicológicas deberían hacerse a la gestante subrogada para asegurar que está preparada para ello?

Por Dra. Amalia Bayonas (psicóloga).

En primer lugar habría que descartar cualquier patología de tipo psicológico. Hay herramientas bastante fiables para determinar el estado de salud emocional. Y además realizar una entrevista en profundidad para determinar la motivación, madurez y libertad de juicio de la potencial gestante.

¿Se le hace alguna prueba especial a la gestante al final del embarazo?

Por Andrea Rodrigo (embrióloga).

En la semana 33 o 34 se hacen los últimos análisis de sangre para medir los niveles de hemoglobina, glóbulos rojos y hierro. Se comprueban los niveles de coagulación de la sangre y se repiten los test de hepatitis B y C, toxoplasmosis, VIH y enfermedades de transmisión sexual.

El cultivo vaginal entre las semanas 35 y 38 del embarazo permite detectar la bacteria Streptococcus agalactiae (estreptococo). Si da positivo, la gestante recibe antibióticos.

Al acercarse la fecha del nacimiento, se realizan monitorizaciones fetales de manera periódica para registrar los latidos cardíacos del bebé y detectar las contracciones de la gestante.

¿Cómo puede afectar al bebé si la madre de alquiler contrae toxoplasmosis?

Por Andrea Rodrigo (embrióloga).

La toxoplasmosis es una infección parasitaria leve en adultos sanos, pero durante el embarazo, el parásito puede infectar la placenta o el feto. El bebé nacido con toxoplasmosis congénita puede sufrir problemas estructurales y neurológicos. En los casos más graves, puede nacer sin vida.

¿Es necesario que la gestante realice todas las pruebas genéticas?

Por Andrea Rodrigo (embrióloga).

Durante la FIV, se aconseja el DGP (diagnóstico genético preimplantacional) para descartar los embriones con alteraciones cromosómicas.

Durante el embarazo, las pruebas invasivas como la amniocentesis y la biopsia de corion permiten diagnósticos fiables, pero siempre implican un pequeño riesgo. Por eso, las pruebas genéticas no son obligatorias en embarazadas de bajo riesgo.

Los criterios de selección de la mujer gestante (edad, estado de salud, hábitos, experiencia de gestación previa…) sirven para descartar la mayor cantidad de factores de riesgo.

El ginecólogo determinará qué pruebas son necesarias en cada caso.

¿Qué requisitos debe cumplir como norma general una mujer para ser gestante?

Por Cristina Mestre (embrióloga).

Los requisitos dependen de cada país. Por ejemplo, en el caso de EE.UU., la mujer que quiere formar parte de este proceso debe pasar unos controles médicos y psicológicos.

Normalmente, son mujeres que ya han formado una familia, que tienen sus propios hijos y quieren ayudar a otras personas. Además, deben tener una entrevista con los futuros padres para conocerlos.

Esto es así porque, en EE.UU., la gestante elige a la pareja cuyo hijo quiere gestar y los futuros padres o padres intencionales eligen a la gestante. Debemos tener en cuenta que se trata de un acuerdo entre dos partes.

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Bibliografía